Estas últimas semanas el director de cine (y ganador de un Óscar) Roman Polanski ha sido doblemente noticia.
Primero por la muerte en prisión (tras cuatro décadas cumpliendo condena) de Susan Atkins. Esta fanática seguidora de Charles Manson asesinó brutalmente en 1969 a la esposa embarazada del cineasta, Sharon Tate.
Segundo por su detención en Suiza a donde acudía a recoger un premio honorífico. Su delito: nada más y nada menos que drogar y violar a una chica de 13 años que acudía a un casting. Los hechos sucedieron hace 32 años y el director, aunque había decidió declararse culpable, huyo de Estados Unidos para no afrontar los cargos. Desde entonces Polanski ha estado eludiendo a la justicia americana. Supongo que bien aconsejado por sus abogados, evitaba Norteamérica y todos los países con los que tuviese tratado extradición. De hecho no pudo acudir a recoger el Óscar que le concedieron en 2002 como director de El Pianista.
Lo peor de la noticia han sido algunas de la reacciones posteriores de miembros del gremio del cine (incluidos los patrios) y autoridades francesas y polacas. Muchos se han mostrado indignados por la detención y han pedido solidaridad y compasión con su compañero.
La pregunta que me planteo (y que me puedo responder yo sólo) es si la reacción hubiese sido la misma si en lugar de ser detenido un director de cine de éxito lo hubiese sido un simple contable o un empresario. Estoy seguro de que si se hubiesen enterado de que el violador de una menor había sido detenido tras más de 30 años huyendo de la justicia, sin dar nombres, todos hubiesen aplaudido la noticia.
Los indignados miembros del cine, además, se sienten ultrajados porque se haya realizado la detención cuando Polanski se dirigía a recibir un premio en un festival de cine. Como si acudir invitado a un festival de cine concediera algún tipo de inmunidad. Este señor ha estado huyendo (y riéndose, diría yo) de la justicia durante más de tres décadas y se le ha detenido en el primer momento en el que se ha tenido oportunidad.
Como siempre nuestros queridos cineastas se encuentran entre lo mejor. Almodóvar ha declarado “No acepto que la justicia utilice atajos, mucho menos cuando esa misma justicia defiende la pena de muerte y hace posible el infierno de Guantánamo". Y pregunto ¿qué tendrá que ver una cosa con la otra? ¿Deben ser detenidos los violadores de menores independientemente de quien sean? Esa es la pregunta.
La justicia debe ser igual para todos, igual para cineastas que para contables o empresarios. Y me indigna ver como para algunos (que se autoproclaman defensores de todo lo bueno) la justicia debe hacer distinciones.
Nos leemos.
Madrid, 3 de Octubre de 2009
3 comentarios:
A Almodóvar le parece una atrocidad el abuso de menores cuando lo hace un cura, como demostró en "La mala educación"; ahora, si el responsable es un director de cine, lo ve como algo bonito y sano. En fin, ésta es la clase "intelectual" que nos ha tocado sufrir a golpe de subvención.
A este señor, se le tiene que dar un juicio justo y si es culpable que lo pague como todo hijo de vecino. En cuanto a los comentarios de nuestra élite artística, solo les tengo que preguntar una cosa: ¿Que sentiríais si es a vuestra hija a la que hubiera violado?...
Lo cierto es que lo peor es la reacción de todo el sector artístico en defensa de Polanski... Me da vergüenza ajena que se defienda a un delincuente que es director por el hecho de ser director.
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