Desde siempre en casa de mis padres ha habido periódicos. Así que desde pequeño he tenido costumbre de hojearlos primero y leerlos después. Además todos los días se veía religiosamente el telediario. Costumbres que intento continuar ahora que no vivo con ellos.
Todavía recuerdo perfectamente a un profesor que tuve cuando cursaba 4º o 5º de EGB. Impartía Ciencias Sociales o simplemente Sociales como decíamos nosotros. No recuerdo su nombre, pero tenía el mote de “El Capón” porque cuando nos sorprendía hablando en clase nos obsequiaba con un pequeño capón a modo de toque de atención. Pues bien, aquel profesor nos hacía traer a sus alumnos un periódico cada dos mañanas y luego comentar alguna de sus noticias. Así aprendimos las sutiles diferencias entre los dos grandes periódicos de la época El País y el ABC (más allá de las claras diferencias ideológicas), aunque algún despistado a veces traía el YA. Por ejemplo, vimos que El País empezaba siempre con noticias internacionales, mientras que el ABC abría con informaciones domésticas.
Por todo ello siempre me ha gustado tener y leer el periódico.
Recordando vagamente épocas posteriores, siendo ya algo más mayor, sabía perfectamente de que pie cojeaba cada periódico, pero creo que no era ni mucho menos lo que sucede ahora.
Desde hace un tiempo, todos los medios de comunicación (prensa escrita, radio y televisión) están excesivamente politizados. Ya no sólo es saber la ideología de cada uno. Todos podemos ubicar cada uno de los medios según su afinidad al PP o al PSOE, incluso sabemos su querencia por las distintas facciones dentro de esos partidos.
Lo mismo ocurre en la radio y en la televisión, cuyos informativos están claramente escorados y donde se organizan “debates” políticos donde la mayoría de los contertulios están de acuerdo con la línea ideológica de la cadena. Acaban dándose la razón unos a otros y poniendo a parir al partido contrario.
Pero lo que más me molesta de todo es la manía que hay en los periódicos actuales de dar opiniones en los titulares de las noticias, en lugar de limitarse a anunciarlas. Creo que para opinar están las secciones de opinión que tienen todos los periódicos. Otra táctica muy extendidad y muy molesta, es la de citar las declaraciones de algún político de signo contrario, pero sólo escribir la parte que interesa, dejarla sin contexto o simplemente cortar frases a la mitad. De manera que la persona citada quede fatal haciendo unas declaraciones que realmente nunca hizo.
El último de los periódicos en llegar, Público, que yo esperaba que estuviese libre de todos estos males al ser un periódico nuevo, sin hipotecas del pasado, libre de ataduras ideológicas, ha resultado ser casi el peor de todos. Prácticamente es un pasquín a servicio del gobierno.
Cada vez me da más pereza comprar la prensa tradicional o escuchar los informativos de radio y televisión. Aunque al final siempre lo hago.
Madrid, 31 de Octubre de 2008.