Hoy, 29 de Septiembre de 2010, escribo esta entrada desde mi casa. A pesar de lo que escribí hace dos semanas, me he tenido que quedar en casa. Tenía intención de ir a trabajar y no secundar la huelga. Como ya he escrito, no es que esté de acuerdo con las medidas adoptadas por el Gobierno, pero no me siento representado por los sindicatos que han convocado el paro.
Trabajo en un polígono industrial de una localidad del sur de Madrid, en una empresa que tiene una gran parte de producción y taller, donde los sindicatos son muy fuertes. Hablando con mis compañeros más veteranos me comentaron que en anteriores huelgas fue muy difícil entrar a los aparcamientos, con piquetes en las puertas de acceso impidiendo el paso de los vehículos e incluso zarandeándolos.
Por ese motivo hoy he hecho uso de uno los días de libre disposición que me quedaban y no he ido a trabajar. La verdad es que me siento un poco coaccionado. Hoy no he podido ejercer mi libertad, mi derecho al trabajo. Y la consecuencia es que he malgastado uno de mis días libres. Quizás haya sido una actitud un poco cobarde, pero no me merece la pena forzar la situación y buscarme algún disgusto.
No sé el seguimiento real que tendrá la huelga. Como muestra puedo decir que entre las personas con las que he hablado del tema, sólo conozco dos que estén a favor de la huelga, el resto están en contra. La mayoría de mis compañeros de trabajo han optado por la misma solución que yo, cogerse el día libre, quedarse en casa y dejarse de problemas.
Supongo que a lo largo del día entraremos en una guerra de cifras. Habrá habido un seguimiento masivo para los sindicatos y habrá sido una huelga minoritaria para el Gobierno. Pero el caso es que al final todo seguirá igual.
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