En principio iba a titular esta entrada “Adiós, afiliado, Adiós”, pero me ha parecido mejor utilizar el término hasta luego, para evitar el halo de permanencia que subyace en la palabra adiós.
Aunque él y otros saben perfectamente a quien me refiero, voy a utilizar el término general de afiliado. Sé que a él no le gustaría que utilizase su nombre, es muy modesto y nunca ha querido llamar mucho la atención, a pesar de que algunos con mucho menos trabajo y peor bagaje que el suyo se han postulado a los más altos cargos del partido.
En las últimas semanas he visto como tu cara reflejaba la desilusión que llevabas por dentro. No has vertido agrias críticas, tampoco te has dedicado a pregonar tus dudas por todas partes ni has querido influenciar a otros para que vean las cosas igual que tú. Simplemente han visto como tu desilusión creía y como nada de lo que veías a tu alrededor te hacía cambiar de opinión.
Ha sido esta desilusión la que te ha hecho dar el paso de darte de baja de UPyD. Que nadie se apropie de tu baja ni críticos ni herejes. Tus motivos son verdaderos y sinceros y nada tienen que ver con Rosa Díez ni con las luchas intestinales a las que hemos asistido en los últimos días ni con la supuesta falta de democracia interna. Ni siquiera con los cambios en parte del ideario del partido que se han producido y que todavía no alcanzamos a comprender bien. Nada de eso. Créeme que te comprendo aunque no comparto tu decisión.
Parafraseando a otro afiliado conocido por nosotros: hoy UPyD es un poco peor que ayer. Se ha ido un afiliado que ha trabajado muchísimo en todos los frentes que UPyD tenía abiertos, siempre de forma desinteresada, dedicando su tiempo y sus esfuerzos. Estando en la calle discutiendo y convenciendo a los ciudadanos. Es imposible cuantificar la parte del éxito actual de UPyD que se debe a ti, pero estoy seguro de que es mucho. Eso sin tener en cuenta el apoyo que has sido para muchos de los que nos íbamos incorporando a este tinglado.
Lo dicho, gracias y hasta luego, hasta pronto.
Nos leemos.